Nunca le habías visto, ni te habían hablado de él, quizás (piensas) sea nuevo por aquí. No destaca especialmente entre el resto de chicos pero, entre ellos, ves que se dirige hacia ti de forma tranquila.
Cuando llega a donde estás te sonríe, te mira a los ojos y te saluda antes de pedirte bailar.
El hecho de que venga vestido sin llamar mucho la atención te hace dudar de lo bien que bailará y de si este será otro de esos bailes incómodos en los que no durarás mucho.
Llega a la pista donde se queda quieto, esperando a que seas tú la que decida cómo será el abrazo y la conexión. Al juntaros notas que te rodea con sus brazos. Es un abrazo firme que te transmite seguridad en la forma de marcar pero también hay algo más… también percibes cariño por su parte. Es algo difícil de explicar, pero lo sientes.
Empieza muy despacio, con pasitos muy básicos para “iros conociendoos” pero acorde con la música. No hace pasos complicados, o al menos a ti no te parecen por la forma que tiene de marcártelos. Tiene un control del equilibrio y sabe en todo momento dónde tienes puesto el peso para poder marcarte cualquier movimiento. Cuando la música se vuelve más rápida te abre para hacer alguna figura, pero al tiempo vuelve a ese primer abrazo.
No solo mueve sus piernas, todo su cuerpo expresa su musicalidad, haciendo que el tuyo se mezcle con él y puedas notar de qué forma está sintiendo la música.
Te trata de forma gentil y delicada, tienes la sensación de que se preocupa por ti, de que estés cómoda y disfrutes. Y así lo estás sintiendo.
Te quedarías horas abrazada a él, ya que, aunque está atento al resto de parejas para no chocarse, te da la sensación de que para él, en la pista, estáis solo vosotros dos bailando.
Es como si fuerais una sola persona moviéndoos al unísono.
No piensas en nada… Te evades… Te dejas llevar… Y simplemente disfrutas de la música y de la forma en que él la está sintiendo.
Le miras de reojo en alguna ocasión y nunca quita una sonrisa que te transmite confianza y tranquilidad.
Y así bailáis un rato largo… Cuando la música cambia de estilo, él para, te abraza y te da las gracias por el baile. Cuando le dices que ha sido uno de los mejores bailes de la noche, su sonrisa tímida aumenta agradeciéndote esas palabras y de nuevo el baile.
Vuelves a donde estabas, miras la hora y te das cuenta de que ha pasado una hora y media desde que ese chico que no conocías (y del cual dudaste sin saber muy bien por qué), te miró a los ojos y te pidió que bailaras con él.
*Foto sacada del album de Paris Kizomba Congress 2017 hecha por Polina Kostromitina
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