Hace años les observaba, les miraba raro y pensaba “pero ¿cómo pueden salir tanto?, ¿no tienen más vida que la kizomba?, ¿no tienen otros amigos?” Me metía con ellos cuando se organizaban las vacaciones en base a los congresos que había en verano. ¡Pero es que no te lo pierdas! Que había gente que se cogía vacaciones un fin de semana normal para irse a un congreso en Francia, Portugal, Italia… Y yo flipaba, no podía creerlo.
Pues bien, os confieso que ahora yo me he convertido en una más de ellos: estoy yendo a dos clases por semana, suelo salir entre semana un día mínimo y los fines de semana si no hay un congreso busco y rebusco en las redes sociales para encontrar dónde poder bailar viernes, sábado y a veces domingo. Eso cuando no me lo han mandado por alguno de los 5 o 6 grupos de Whatsapp en los que estoy (los de las clases de ahora, el de las clases de antes, el de “amigos de la Kizomba”, el de «locos por la Kizomba» y algún otro de algún grupo por ahí que ni me acuerdo de como he acabado allí).
El caso es que ahora soy yo la que me he convertido en esa persona para la cual (la verdad que sin darme casi cuenta) su vida gira en torno a la Kizomba. Y no es que no tenga amigos, claro que tengo (los que me llaman rara, loca, friki, obsesa, miembro de una secta, (drog)adicta… y otras variantes algunas más cariñosas que otras). Ha llegado un momento en que no les puedo contar todos los congresos a los que voy o los que tengo programados, porque si no yo creo que me ingresarían en algún centro en ese momento. Me he visto domingos llegando al aeropuerto, después de haber dormido 8 horas durante dos días bailando sin parar, escribiendo en mi grupo de amigas de siempre “nada, el finde muy tranquilito…”.
Como decía, esto ha sido un cambio, el cual no me he dado cuenta casi: primero vas a un congreso de tu ciudad, conoces gente de otras ciudades y países, te lo pasas en grande. Y, aunque tienes los pies que podrían amputártelos como en “Saw” y estarías dando las gracias, no quieres que termine porque la experiencia es increíble. En poco tiempo te animas a tu primer congreso fuera de España, una aventura rodeada de los que ya se han convertido en tus amigos, y la experiencia es todavía mejor. Un día, te escribe una amiga por el whatsapp “llevo un mes harta de todo, me iría a París este finde a olvidarme de todo y a bailar kizomba como una posesa”. Y antes de empezar a pensártelo ves que tus dedos están ya buscando en el móvil “vuelos para París” y abriendo el Airbnb para buscar algún sitio medio decente para poder dormir (total, sabes que la ciudad la verás más bien poco). Y lo peor no es eso, ¡lo peor es que ese viaje lo organizas de jueves a viernes!
Y cuando quieres darte cuenta llevas en los últimos 6 meses 3 congresos internacionales, 3 nacionales, algún mini congreso en Madrid de un par de días al que también te animaste, y no sé cuántas mil horas de baile social durante semana.
Y es que, no solo ha sido el baile y la música los que han hecho que llegues a este punto, sino también la gente que has conocido, que se han convertido en tu grupo de amigos de ahora, con los que no solo compartes la pasión por la Kizomba, sino que ya haces con ellos cualquier otro tipo de plan.
Y así, me he visto pasar de esa chica que se metía con “esa gente rara” a ser yo una de ellos (y una bastante loca por cierto), y así seguiré mientras este baile que me tiene enamorada me siga haciendo sentir “eso” que a veces es tan difícil de explicar… Pero sobre todo, mientras siga teniendo a mis amigos con los que seguir compartiendo estos momentos, ya que sin ellos, todo esto no sería igual.
Y si llega el día en que esto cambia… pues “que me quiten lo bailao”.
Saludos kizomberos
Kizombadicta
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